domingo, 27 de febrero de 2011

inevitable;

No solo fue la forma en que me miraba -tan poco inocente y a la vez tan niño-, fue la melodía en la que elazaba las palabras, tal fluidez como la del vuelo de un pájaro, me cautivó, fue un instante en los que dices: esto ya no puede ir a más, tantos sentimientos y tan pocas palabras para describirlos.. Pensándolo mejor, ¿para qué describir sentimientos? nadie los iba a entender.. De hecho, deberíamos empezar en que ni yo misma los entiendo:

Con tan solo mirarle no creo que fueras capaz de entender de lo que hablo, hablo de palabras, hablo de sueños, de sentimientos, de no-ingenuidad, de sonrisas y de lágrimas, de noches en blanco, de miradas, de deseos hechos trizas, de tristeza, de lo que muestra y lo que no muestra, de misterio y sencillez, de impotencia, de silencios incómodos, de locura y sensatez, de pensamientos, de ilusiones, de besos que funden y de besos que hielan, de abrazos que dejan sin aliento, de las palabras que nunca pronunció y de las que ojalá no hubiese pronunciado nunca.. Es aquella mezcla que aquela fría tarde de octubre me cautivó, me dejó sin palabras, sin sueño y sin sueños. Se convirtió en mi único sueño, en mi única pesadilla.
Esa mirada, esa sonrisa y ese todo que se estrelló en medio de las cenizas de mis pensamientos y que ahora intento reconstruir con ilusiones.Ilusiones rotas; tan rotas como mis sueños, tan rotas como la esperanza que algún día nos sobren las palabras y sea capaz de revelarte lo que pasa por mi mente cada vez que me miras y te miro sin que tu lo sepas.

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