lunes, 20 de junio de 2011

Dicen que vaga entre el misterio y la nada

Era un domingo raro, estaba sola en casa, deseaba escapar y decidió hacerlo. Sin más cogió la mochila, la cámara, el sombrero; se plantó en la estación y cogió el primer tren que llegó. 
Subió indecisa, se le veía en la mirada, en el fondo tenía miedo, un montón de cosas asolaban su cabeza sin cesar. Se sentó, las dejó pasar, Vilamalla, St. Miquel de Fluvià, Camallera, St. Jordi Desvalls.. quizás no sabía el porque de plantarse en ese pueblo raro que no tiene nada de especial pero desde que puso el pie en la calle tenía muy claro lo que quería y a dónde se dirigía. - Pròxima estació, Flaçà - Se levantó, lo vio todo un poco más claro pese a que las nubes continuaban enturbiando el cielo. Se bajó, se sintió sola un instante, nadie la esperaba en el andén ni tampoco en aquel pueblo extraño.
Cruzó las vías y encendió la cámara: modo manual, ISO por los suelos, el brillo a -2. Apunta, dispara, busca el ángulo perfecto.
El tiempo se para y sus parámetros se desajustan. Saltan las alarmas, vuelve saltando patosamente los raíles, se mete en pasadizos subterráneos y sale a flote de nuevo.
Bajan las barras, los semáforos se encienden. Suena el pitido, es hora de volver a casa.






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